El miedo

Una mañana, nos regalaron un conejo de indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía,
le abrí la puerta de la jaula. Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había
dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad.

Eduardo Galeano

El miedo es una emoción natural que se caracteriza por experimentar una sensación desagradable e intensa ante la percepción de un peligro real o imaginario. Es una de las pocas emociones básicas que compartimos con muchos animales.
Es un trastorno que cumple un papel fundamental: la supervivencia.
Para los especialistas el miedo no es un problema en sí mismo ya que nos obedece. El problema es lo que hacemos con el miedo.
Cuando sentimos que hay una amenaza para nuestra autoestima, nuestra seguridad nos alejamos, nos encerramos. Si esta emoción nos paraliza demasiado entonces es ahí donde el miedo se convierte en un problema.
Como madres, por ejemplo, es natural que tengamos miedo de lo que le puede ocurrir a nuestros hijos y estemos pendientes de ello. Es importante que este hecho no se vuelva una disfunción, es decir que evitemos o anulemos su libertad por nuestro bienestar y tranquilidad.
Iniciar una nueva actividad, salir de la zona de confort, viajar, fracasos y hasta compartir con otros se pueden transformar en un infierno.
La sociedad hace que el mundo funcione a mil, vivimos en la cultura de la inmediatez. Todo lo queremos ahora y pocas veces nos detenemos a mirarnos y a pensarnos.
Debemos enfrentarnos a este problema y no ocultarlo. Hay técnicas de relajación que han demostrado ser eficaces y podrán ayudarnos.
Lo mejor es tomarse las cosas con calma. ¿Sabías que los caracoles han aprendido a vivir más tiempo? Esto se debe a que viven de una forma más lenta y cuentan con mayores reservas de energía para dedicar a otras actividades, como el crecimiento o la reproducción.
Hay momentos en que sólo queda replegarse, ir hacia adentro. Ralentizar, aceptar la lentitud. Quedarte inmóvil para escuchar y mientras te escuchas aceptar y cuidarte. Es justo en ese instante cuando te escuchas y aparece lo simple, lo extraordinario y entonces sólo entonces confías en vos. El miedo no desaparece, pero te permitirás vivir con felicidad.
Pregúntate qué te gustaría hacer realmente y no haces. Qué te gustaría ser y no eres. Cómo te gustaría que fuera tu vida y no haces lo necesario para llegar a ello.
Darte cuenta de tus creencias te permite saber lo que te limita decidir si quieres ser eso como mujer o prefieres otra cosa.

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